Bólidos con ventanillas o cómo confundir cualquier cosa con un ovni

Bólidos

Muchos confunden bólidos con ovnis y otros objetos misteriosos / DA

El pasado 15 de febrero los habitantes de Cheliábinsk, en la zona rusa del Ural, contemplaron un gran bólido que produjo meteoritos, es decir, la entrada en la atmósfera terrestre de un meteoroide, la consiguiente llamarada y caída de pequeños restos en la superficie terrestre que no llegaron a evaporarse completamente a pesar de la gran velocidad y alta temperatura al chocar con el aire. Ahora los astrofísicos especializados en meteorítica deben estar analizando los restos. Más adelante veremos diversas publicaciones al respecto en las revistas científicas, y todos contentos. Pero ¿sabía el lector que ciertas observaciones de estos fenómenos luminosos, los bólidos o meteoros, han sido tomadas por ovnis, platillos volantes y cosas rarísimas gracias al empeño mixtificador y fraudulento de los periodistas del misterio? Pues aquí estamos para recordarlo.

La gran mayoría de las personas no sabe qué está viendo cuando tiene la oportunidad de observar una “estrella fugaz de las gordas”. La enorme sorpresa que causa tal visión, cuya luminosidad puede ser en algunos casos mucho mayor que la de la Luna llena, lleva a muchos testigos a interpretar erróneamente lo que ven, a considerarlo algo extraño o sin explicación, y en algunas ocasiones a añadir inconscientemente detalles anómalos e inverosímiles, entre ellos el que poseía ventanillas o que siguió trayectorias imposibles.

Clarence S. Chiles y John B. Whitted eran dos pilotos que el 24 de julio 1948 protagonizaron un suceso ampliamente tratado en la literatura platillesca. Volaban de noche sobre la región de Montgomery, en Alabama, cuando observaron una “nave aérea” sin alas y en forma de cigarro, dos veces más grande que un B-29 iluminada por un gran resplandor azulado. En sus flancos se distinguían dos hileras de ventanillas. El artefacto, rodeado de llamas, desapareció bruscamente en las nubes a una velocidad de unos 1.500 kilómetros por hora, según la declaración de los testigos. ¿Una nave de otro mundo, podríamos pensar? Pues no, se trató de un bólido, de una gran estrella fugaz, como explicó Philip J. Klass. Algunos ejemplos más:

- La madrugada del 29 de diciembre de 1976 un gran bólido atravesó la Península Ibérica de Norte a Sur: unos soldados que se encontraban en la Base Militar de Talavera de la Reina (Toledo) lo “vieron” con forma típica de platillo volante.

- El 1 de mayo de 1994 otro bólido fue divisado por la noche en toda la zona sur-oriental de la Península: unos testigos de Jumilla (Murcia) lo observaron a 500 metros de altura (los bólidos se desplazan a decenas de kilómetros del altura) y “contenía círculos de colores diversos” (una variación sobre el tema de las “ventanillas”). En La Roda (Albacete) lo vieron como un platillo volante que giraba sobre sí mismo y tenía algunas ventanillas.

-  El 7 de mayo de 1995 se observó un potente meteoro desde Tenerife y otras islas. Algunos testigos afirmaron que cayó en el mar, otros en tierra (cayó al norte del Archipiélago, en pleno océano) y para otros se trató de avión en llamas. Diversos testigos escucharon, además de la típica explosión, silbidos y zumbidos simultáneos a la visión del bólido, que pudieron ser causados por el efecto electrofónico, como me confirmó Luis Bellot, por entonces en el Instituto de Astrofísica de Canarias.

¿Y qué pasa con las ventanillas?; ¿acaso las estrellas fugaces tienen “ventanillas”? De alguna forma, una forma que deberían sopesar los psicólogos expertos en percepciones anómalas, éste ha sido un añadido relativamente frecuente en las observaciones de bólidos, como documentó Manuel Borraz en un artículo titulado Meteoros con ventanillas publicado en Cuadernos de Ufología en 1990. Sorprendente y auténticamente maravilloso: un auténtico producto de nuestra imaginación aplicado a un fenómeno real, sin necesidad de inventarnos enigma alguno en las revistas mensuales de kiosco. Como es de imaginar, la inmensa mayoría de los testigos no informan de estos detalles, de tal forma que su descripción se acerca mucho más a lo que realmente pudo contemplarse. Pero aquí han entrado siempre en escena los inventores de misterios, que han dado mayor relevancia en sus crónicas a esos detalles extravagantes cuando la inmensa mayoría de los testigos no los citaban. Es fácil darse cuenta de esta trampa periodística.

Esos testigos no mienten, ni están locos (calumnia que el pseudo-periodismo del misterio ha lanzado contra los críticos): se trata de testigos creativos, con poca capacidad para interpretar objetivamente lo que han visto, quizá muy influidos por creencias previas, por la puesta en común con compañeros de visión y por la imagen cultural de las naves aéreas. Dentro del gran mito de la venida a nuestro planeta de los seres del espacio cualquier elemento curioso o llamativo puede ser retorcido y manipulado por los presuntos investigadores periodísticos hasta convertirlo en abono con el que alimentar la creencia cósmica.

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El artículo tiene 1 Comentario

  1. manuel dice:

    El artículo “Meteoros con ventanillas” citado puede leerse en http://es.scribd.com/doc/67067923/Meteoros-con-ventanillas

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