Los hackers se legalizan a través de los partidos piratas en su lucha contra la propiedad intelectual

Por Ignacio Ortega

Pirate

Los “hackers” informáticos, perseguidos en medio mundo desde finales del siglo XX, han dado paso a una Internacional de Partidos Piratas (PPI), organización que lucha contra la propiedad intelectual y que aboga por la democracia directa.

La propiedad intelectual no existe“, aseguró a Efe el ruso Pável Rassúdov, organizador de la asamblea de la Internacional de Partidos Piratas que reunió este fin de semana a más de cien delegados de los cinco continentes en la ciudad rusa de Kazán.

Los jóvenes, que se pasaban el día y la noche sentados delante de un ordenador descifrando claves secretas, han decidido sentar la cabeza, pero sin renunciar a su ideario original.

Los piratas 2.0 son profesionales respetables con edades que rondan los treinta y pocos años que defienden el libre acceso a la información, tanto en lo que respecta a internet como a los datos en poder de los Estados, pero siempre en el marco de la ley.

“Nuestro principal valor es la libertad máxima en beneficio de la sociedad. Por eso, decimos que la propiedad intelectual no existe, ya que no puede hablarse de posesión sobre algo inmaterial, un diseño, una pintura, una canción, etc”, asegura.

En una muestra de que los tiempos han cambiado, Rassúdov, líder del Partido Pirata de Rusia, precisa que la IPP está en contra de la propiedad intelectual, pero a favor de los derechos de autor.

“El autor tiene derecho a que se conserve su nombre. De hecho, estamos en contra del plagio, pero a favor de las copias. Cuando la obra es pública, ya no es sólo del autor, sino de toda la humanidad”, apunta.

La IPP quiere modificar la legislación que impide la libre difusión de una obra sin consentimiento del autor hasta 70 (Europa) o 75 años (EEUU) después de su muerte.

“Creemos que con cinco años sería suficiente. A partir de ahí se podría explotar comercialmente la obra sin consentimiento del autor, siempre y cuando se le pague una compensación. Si el fin no es lucrativo, desde el primer día se podría reproducir la obra”, propone Kenneth Peiruza, portavoz de Pirates de Cataluyna.

Los piratas mantienen que los recursos intelectuales no son aprovechados de manera eficaz ya que están bajo el monopolio de Estados y corporaciones, por lo que deben ser cedidos a una nueva clase de individuos que trabajan con la información.

“Estamos en una civilización postindustrial. Cada vez se trabaja más con información y tecnología. Internet fue creada por millones de usuarios y servidores, no por Estados. Originalmente, era un territorio libre, sin fronteras, sólo idiomáticas. Y así debería ser. Debemos reducir el papel del Estado en favor de los usuarios”, señala Rassúdov.

Los piratas no sólo se centran en el mundo de la información, sino que también demandan un cambio en el sistema de patentes, en particular en lo que se refiere a las grandes corporaciones farmacéuticas.

“Las medicinas son carísimas, ya que el sector está controlado por monopolios que piensan exclusivamente en sus beneficios. Deberían producir fármacos genéricos mucho más baratos. Estamos hablando de la salud de las personas”, señaló el ruso.

A diferencia de otras formaciones europeas y latinoamericanas, incluidas la española y la catalana, el partido pirata ruso no ha logrado registrarse ante el Ministerio de Justicia.

“No podemos tomar parte en las elecciones. En el ministerio nos dicen que piratas son aquellos que asaltan barcos en alta mar. En Rusia tiene lugar una campaña legal para controlar internet, lo que nos preocupa mucho”, comenta.

Ese no es el problema de Pirates de Catalunya, que cuenta con más de un millar de afiliados y participa cada vez más activamente en la política municipal de esa región del noreste de España.

“Todas las reformas que proponemos buscan crear una sociedad más libre y mejor informada. La gente joven ya no vota, se informa a través de internet y tampoco se cree las explicaciones oficiales”, asegura Kenneth Peiruza.

Peiruza pone como ejemplo la decisión de las autoridades de la ciudad australiana de Sydney de hacer públicas las estadísticas de accidentes de tráfico, lo que permitió crear un vínculo con los puntos de mayor riesgo y así reducir la siniestralidad entre los ciclistas.

Con todo, el objetivo de los partidos piratas es más ambicioso: democracia directa para que las decisiones también sean tomadas por la ciudadanía o, en su defecto, que ésta disponga de mecanismos para revertir las decisiones gubernamentales o aplicar sus propias medidas.

En el caso de España, según los piratas catalanes, la prioridad es la transparencia en materia de contabilidad estatal y municipal con el fin de combatir la endémica corrupción.

“Muchos aún nos relacionan con jóvenes que quieren todo gratis en internet, pero en Alemania los votantes del partido Verde se han pasado a los piratas. El cumplimiento de nuestras reivindicaciones sociales sólo es cuestión de tiempo”, asevera convencido Peiruza.

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