María Gaetana Agnesi o El enigma de la hechicera

María Gaetana Agnesi

María Gaetana Agnesi fue una gran matemática perseguida por ser mujer / DA

Extrañado volvió a leer el texto que le había llegado, con un mensajero desde aquella tierra, la mañana anterior al tercer día del cuarto mes después de Adviento. No comprendía muy bien su significado. Los extraños signos que poblaban aquellas toscas hojas de papel casi parecían diluirse nada más tocarlos, semejando esconder un enigmático mensaje encriptado que a él le había correspondido la penosa tarea de descifrar. Quizás no estaba aún preparado para ello.

Como profesor de la Universidad de Cambridge, el hecho de elaborar –cada noche- las lecciones magistrales para sus alumnos le restaba muchas horas de estudio en la penumbra de su alcoba a la luz de gruesos velones y esas líneas curiosas, escritas en una tinta de un inquietante color rojo, requerían una dedicación casi exclusiva. Volvió a colocar el manuscrito en el estante de madera de cedro, aquel angosto y algo desvencijado mueble que disponía de un dispositivo oculto detrás de compartimento de pequeño tamaño donde se escondía un conducto secreto, cerrado con una llave algo oxidada. Nadie podía saber lo que ocultaba hasta que hubiera acabado, no se podía difundir aquella noticia sin que él conociera de primera mano qué había llevado a aquella genialidad a descubrir una verdad oculta durante siglos, de generación en generación, hasta el instante preciso en que la misteriosa mujer de mirada incisiva y andares seguros dicen que lo escribió aquella tarde del último invierno. Pensativo, ensimismado, lleno de dudas y de incógnitas, recorrió los largos pasillos del viejo edificio, mientras el viento y la lluvia que no habían cesado desde el pasado marzo azotaban con una intensidad inusitada las vidrieras policromadas –algo desvencijadas- que adornaban –desde el otro lado y de manera decadente- las galerías del claustro. A modo de ensoñación se juró a si mismo que no descansaría hasta descubrir qué habría querido decir al escribir aquello. No podía ser nada bueno intuyó. ¿Qué misterio escondía? ¿por qué le habían elegido a él? quién era esa mujer tan enigmática…

La italiana, María Gaetana Agnesi (1718-1799), está considerada una de las científicas más importantes del siglo XVIII. Hija de un profesor de matemáticas, ya a temprana edad, con solo nueve años, hablaba siete lenguas…francés, latín, italiano, griego, alemán, español y hebreo, de ahí que la llamaran Oráculo de siete idiomas. Aunque por sus inclinaciones religiosas quiso entrar en un convento, su padre no la dejó ya que debía de encargarse del cuidado de sus veinte hermanos fruto de los varios matrimonios de su progenitor.

Es la autora de una de las obras cumbre de las matemáticas, Instituciones analíticas, que fue publicada en 1748 y donde destaca la explicación detallada de la curva de plano cúbico en la ecuación cartesiana, también llamada curva sinusoidal versa, que significó una aportación muy notoria en esta disciplina del saber. De hecho, la traducción del italiano al inglés de dicha obra fue realizada, en 1760, por un profesor de la Universidad de Cambridge, de nombre John Colson, que en un momento de debilidad erró en la traducción de uno de los términos originales, en concreto la palabra versiera, lo que motivo que, en lugar de curva, escribiera bruja (de traducción muy parecida). Este hecho resultó dramático ya que como consecuencia de todo esto, a partir de ese momento a María Gaetana Agnesi, una intelectual para su época, se la conoce como “la bruja de Agnesi”, hecho lamentable ya que se trataba de una mujer de convicciones éticas muy arraigadas, noble corazón y una predisposición para ayudar a los más desfavorecidos.

A la usanza de las costumbres del momento, nunca la aceptaron en la Academia de Ciencias de Francia por su condición femenina, al contrario que en Italia donde hasta el propio Papa Benedicto XIV, un apasionado de las matemáticas que la admiraba profundamente le ofreció, junto con una medalla de oro y una corona de piedras preciosas, una cátedra de Matemáticas en La Universidad de Bolonia (ciudad, no olvidemos, que en ese tiempo formaba parte de los Estados Pontificios).

Este ofrecimiento, aunque lo agradeció, nunca lo aceptó ya que había decidido dedicar toda su vida a ayudar a los más necesitados y enfermos. Muere el 9 de enero de 1799, dejando su fortuna a los pobres. En Italia varias ciudades han designado calles en su honor (en concreto en Milán y Monza) y se crearon Becas de investigación que llevan su denominación como señal de respeto. En la Biblioteca Ambrosiana de Milán se guardan algunas de sus obras inéditas que ocupan hasta veinticinco volúmenes, veinticinco escritos redactados bajo el hechizo de María…

*Bióloga marina, conservadora del Museo de la Naturaleza y el Hombre

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